Los cambios que han provocado la intervención en crisis y la repuesta al trauma en todas las profesiones relacionadas con la asistencia, han generado importantes revoluciones en cuanto al campo de la salud mental refiere. La psicoterapia tradicional se basa principalmente en el modelo médico y plantea que el tratamiento es necesario, ya que el paciente se aqueja de un distréss psicológico con lo que necesita una intervención especializada. Sin embargo, una crisis y un trauma pueden producir una severa dificultad psicológica, tenga la persona una patología previa o no. Las personas poseen una gran cantidad de recursos internos con lo que poder afrontar una crisis.

Algunas personas no necesitarán ayuda una vez ocurrida dicha crisis, mientras otras se verán beneficiadas de una intervención por mínima que sea. La teoría de la crisis entiende que, a pesar de que lo valioso de los recursos personales, la resistencia de cualquier persona al stress es finita y bajo determinadas circunstancias que pueden abrumar a cualquier persona, puede ser incapaz de enfrentar y afrontar dicho estrés. La intervención en crisis se podría contemplar como ese ayuda que podría evitar que esa persona desarrolle conductas desadaptativas en un futuro y ayudaría a cicatrizar la herida sin convertirse en una intervención a largo plazo, sino local, focalizada y breve (Rubin y Bloch, 2000).

Se entiende “crisis” como “una alteración en el equilibrio cuando se fracasa en una aproximación tradicional de resolución de problemas que genera desorganización, desesperanza, tristeza, confusión y pánico”. También podemos concebirla como “…un punto crítico necesario, un momento crucial en el que el desarrollo debe tomar una dirección u otra, ordenando los recursos del crecimiento, la recuperación, una mayor diferenciación”, siendo esta definición más específica de las llamadas crisis evolutivas. Por otra parte, también podemos definir el concepto de crisis como un catalizador que altera hábitos y evoca nuevas respuestas (Rubin y Bloch, 2000). Puesto que en este artículo hablamos de las crisis circunstanciales y no tanto de las evolutivas, pasamos a exponer diferentes tipos de crisis que se pueden dar en el día a día, entendidas estas como crisis que se pueden dar principalmente en el ambiente externo siendo estas azarosas, imprevistas, intensas y catastróficas:

  • La pérdida de una fuente de satisfacción de las necesidades básicas como la muerte, la separación de algún familiar, violencia, la pérdida de la integridad corporal o una enfermedad tales como.
  • Un peligro o la amenaza de semejante pérdida.
  • Un desafío que desborde las capacidades de afrontamiento de una persona.

Las respuestas en las personas víctimas de dicha crisis tiene las siguientes características definitorias, aunque en general la presencia de dichas presentaciones depende de la historia de la persona, las características personales, la interacción con el ambiente, el evento… (Rubin y Bloch, 2000):

  • A nivel cognitivo presenta dificultades a la hora de abordar la situación y sus habilidades de resolución de problemas pueden verse comprometidas en ese momento, así como se ven bloqueados por los distintos mecanismos de defensa.
  • A nivel psicológico comienzan a sentirse en estado de shock y pasado este estado le pueden seguir estados como la negación, confusión, temor, terror, tristeza, aplanamiento emocional, incredulidad, excitabilidad e inquietud alterando el estado basal psicológico de la persona.
  • A nivel fisiológico se pueden presentar cambios en el ritmo cardiaco, respiración, sudoración, etc. 

Es importante tener en cuenta que las reacciones a las crisis y resto de eventos traumáticos son respuestas normales ante situaciones que pueden no serlo tanto.

El trabajo de la intervención en crisis.

La función de la persona que interviene en crisis es facilitar la transición de la persona por la crisis, pero también respetar esos sentimientos y pensamientos que están surgiendo y permitirles el tiempo y el espacio suficientes para su expresión y regulación antes de que puedan derivar en algo peor. Se busca aliviar el impacto inmediato (en cuestión de minutos, horas o días) de los eventos estresantes con el propósito de reactivar las capacidades y recursos de las personas afectadas por la crisis. Lo objetivos más definidos son los siguientes:

  • Proporcionar una primera ayuda emocional y ambiental inmediata o de emergencia
  • Fortalecer a la persona en sus intentos de integración de la experiencia a través de la clarificación terapéutica inmediata y la orientación en el afrontamiento a través de la identificación del problema y búsqueda de soluciones conjunta siendo imprescindible la validación de las emociones que van surgiendo.

En este sentido, el ámbito de actuación del psicólogo tendría lugar en todas aquellas situaciones que se producen de forma brusca, inesperada y/o violenta y que pueden resultar, por su alto nivel de estrés asociado, potencialmente traumáticas. Podemos diferenciar dos ámbitos en los que el psicólogo interviene en crisis, estas son (Soto Baño y Clemente Suarez, 2021):

  •  Situaciones de emergencias extraordinarias como atentados terroristas; accidentes de tráfico; desastres naturales; incidentes Nucleares, Radiológico, Biológicos y Químicos (NRBQ); incendios; amenaza de bomba; derrumbes en espacios públicos, poblaciones expuestas a guerra o genocidios, refugiados y desplazados…
  • Situaciones de emergencia ordinaria como suicidios; ahogamientos; violencia de género; agresiones sexuales; maltrato infantil, personas mayores o colectivos vulnerables; crisis traumáticas en contextos escolares; situaciones de acoso a menores; situaciones de búsqueda de personas desaparecidas; fallecimientos repentinos; crisis de ansiedad ante incidentes; homicidios…

En conclusión, los psicólogos con formación en intervención en crisis se hacen muy necesarios e indispensables en este ámbito, donde una intervención inmediata y clarificadora podría ayudar a evitar problemas de mayor índole en la salud mental de las personas expuestas a situaciones de crisis, amortiguando la posibilidad de aparición de un posible trauma a largo plazo.

Bibliografía

Bloch, L. E., Rubin Wainrib, B. (2000). Intervención en crisis y respuesta al trauma. Teoría y práctica. Desclée de Bouwer. Madrid

Clemente Suarez, V. C., Soto Baño, M.A. (2021). Psicología de emergencias en España: Delimitación conceptual, ámbitos de actuación y propuestas de un sistema asistencia. Papeles del psicólogo, 42 (1). 56-66.

María José Cáceres

Psicóloga Sanitaria en NB Psicología

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