El ser humano nace en un mundo en el que se encuentra desvalido y con la necesidad de depender de los demás para su propia supervivencia. Así, los bebés ancestrales necesitaban garantizar la proximidad hacia los otros, en este caso hacia los cuidadores principales, para poder sobrevivir ante los ataques de posibles depredadores. Determinadas respuestas de ese cuidador principal, generalmente la madre, le mantendrían seguro y permitirían a su vez regular sus estados emocionales, de la misma forma que la leche materna le permite mantener a raya a los microorganismos dotándoles de anticuerpos que facilitan su supervivencia. La seguridad psicológica del bebé se da por hecho, anticipando que nada malo le puede ocurrir, ya que hay una figura que se encarga de su mantenimiento y protección y siendo ésta la base de la teoría del apego (Holmes, 20011).

Así pues, John Bowlby, el padre de esta teoría, atribuye el estado mental y los problemas comportamentales a los primeros vínculos relacionales que se dan desde la más tierna infancia. De hecho, influenciado por los estudios etológicos de Konrad Lorenz, anticipó que estaríamos preprogramados genéticamente para crear vínculos con los miembros de nuestra especie fomentando nuestra supervivencia, y la activación de dichas conductas de apego, que fomentarían los vínculos, dependían de cualquier condición que pudiese amenazar el logro de la proximidad, como la separación, la inseguridad o el miedo.

El apego y los sistemas de exploración son centrales en su teoría, ya que, desde pequeños, los niños poseen un comportamiento innato que les lleva a querer buscar novedades y explorar cosas nuevas, pero cuando éstos sienten que algún peligro anda cerca o se sienten incómodos o asustados ante cualquier situación, su primera reacción es buscar la protección y seguridad de su cuidador primario. El niño se comporta de manera que provoca contacto o proximidad con el cuidador. Cuando un niño experimenta una mayor excitación, este señala a su cuidador. El llanto, la sonrisa y la locomoción son ejemplos de estos comportamientos de apego. Instintivamente, los cuidadores responden al comportamiento de los niños a su cargo creando un patrón recíproco de interacción. Además, esta relación ayuda a la creación de representaciones sobre el mundo, el yo o los otros a nivel interno que le permite comprender lo que está viviendo. Esto son los conocidos como Modelos Operativos Internos o MOI que se van forjando en este período y son cruciales para su vida futura.  

Principios básicos relacionados con el apego

Podemos tener en cuenta, por lo tanto, los principios básicos sobre el apego que rigen el mismo. De entre ello entendemos que es un fenómeno biológico, innato y universal como ha quedado claro. Además, es un fenómeno que prevalece durante toda la vida, aunque vaya cambiando a nivel conductual o manifiesto. Es un fenómeno que contiene tanto elementos externos como internos (emocionales o somáticos) y difícilmente distinguibles, aunque hay que tener en cuenta que el apego propiamente dicho se puede observar desde los 8 meses de vida hasta los tres años transformándose paulatinamente y añadiéndose más elementos internos que externos. También está relacionado con otros sistemas motivacionales como, por ejemplo, el anteriormente citado, sistema de exploración o el de defensa, el cual se activa ante un peligro manifiesto. El apego está íntimamente relacionado con la búsqueda de seguridad o protección ya que éste se activa cuando se percibe una amenaza y necesita de otro para regularse (Bárez, 2022).

Como podemos observar, la figura de apego es una de las figuras más importantes para el desarrollo del menor. La construcción de dicha relación viene dada de la mano de los procesos de mentalización que va desarrollando el niño. Así pues, ambas mentes han de estar en consonancia para permitir el desarrollo del menor, siendo imprescindible que dicha figura de apego tenga unos mínimos de sensibilidad parental y sepa detectar las necesidades del menor y saber solventarlas. Se ha observado una relación entre ambos constructos: cuánta más sensibilidad parental, mayor seguridad en el apego. La sensibilidad parental es uno de los elementos más importantes para el desarrollo de un apego seguro en el menor y un factor de protección a nivel de salud mental (Bárez, 2022).

Estudios prácticos de la teoría del apego

De la parte práctica de la teoría se encargó Mary Ainsworth ideando lo que se conoce como “la situación extraña” siendo el proceso en el que se estudia la relación del niño con su figura de apego a través de diferentes secuencias de separación de la figura de apego e inclusión de personas desconocidas para el menor. Los resultados de dicha investigación indicaron que habría tipos de apego en función de dicha relación: el apego seguro, donde el niño entiende a su figura de apego como base segura y de refugio, pero también le permite exploración del entorno; el apego evitativo, cuya relación se basa en la desatención de las necesidades del niño por parte del cuidador; el apego ambivalente, respondiendo los menores con angustia ante la separación a la vez de mostrar enfado; por último, se introdujo el apego desorganizado (en las muestras de estudio el porcentaje más pequeño) cuyos niños sufren negligencia y abandono por parte de los cuidadores principales (Bárez, 2022).

La teoría del apego en la práctica clínica

Muchos de los problemas que presentan los pacientes que acuden a terapia, parten de la base de que no han tenido, ni tienen, un apego seguro con ninguna figura de referencia de sus vidas. De hecho, la mayoría de los pacientes con trastornos severos de la personalidad muestran patrones de apego inseguros evaluados con la Entrevista de Apego Adulto (EVA). Y es por ello, que los terapeutas debemos ser esa base segura que no han tenido en sus vidas que les permita explorar y les ayude en su proceso de individuación. Las repercusiones a nivel emocional que muestran estos pacientes, dependen del tipo de apego desarrollado en la infancia. La mayoría parten de una baja autoestima y baja confianza en sí mismo; una búsqueda incesante de la relación con los demás o incluso llegar a evitar dicha relación huyendo constantemente de la intimidad e incluso desconfiando de los demás.

Por ello, el enfoque terapéutico desde la teoría del apego parte de, reconocer, modificar e integrar modelos operativos internos de uno mismo y de los otros además de promover el pensamiento reflexivo.

Por su parte, Bowlby planteó que los terapeutas debían ayudar a los pacientes a crear una base segura; a explorar sus circunstancias presentes; a examinar cómo interpreta la conducta de los demás e investigar sus expectativas sobre el tipo de respuesta que espera conseguir; ayudar al paciente a pensar sobre las conexiones entre su pasado y su presente; a ver cómo los modelos operativos influyen sobre cómo selecciona, interpreta y reacciona ante los eventos interpersonales.

Bibliografía

Bárez, N, (2022). Psicoterapia integradora, trauma y apego. Madrid: Psicointegradora ediciones.

Holmes, J. (2011). Teoría del Apego y Psicoterapia. En busca de la base segura. Madrid: Desclée de Brouwer

Marrone, M (2001). La Teoría del Apego. Un enfoque actual. Madrid: Editorial Psimática.

Páginas web:

https://psicologiaymente.com/desarrollo/teoria-apego-padres-hijos
https://lamenteesmaravillosa.com/la-teoria-del-apego-de-john-bowlby/

María José Cáceres

Psicóloga Sanitaria en NB Psicología

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